lunes, 9 de agosto de 2010

Uno de tantos

El bus enciende el motor, nosotros casi al fondo de este, nerviosos, rozando nuestros cuerpos, rogando que a nadie se le ocurra sentarse cerca, es de noche, la Luna brilla, tus ojos también. El bus avanza, todo esta perfecto, se detiene en la siguiente esquina, suben  muchas personas, ¡puta madre! se sienta una huevo de gente cerca de nosotros, bueno que se hace.

El bus sale de la ciudad apaga sus luces, inmediatamente mi mano toca la tuya, tu cabeza se recuesta sobre mi pecho, nos acariciamos, nos besamos, sonreímos, se siente tan tierno, tan rico, tan excitante; el miedo a que nos vean es un buen atizador de la llama que nos mantiene unidos, casi pegados; estamos así por buen rato hasta que sube un tipo pidiendo boletos, claro...la caga toda, nos separamos rápidamente y nos toca hacernos los "huevones". Se baja el aguafiestas, apagan las luces otra vez, nuevamente la misma rutina, se siente "ricaso"; a cabo de una hora aproximadamente bajamos del bus, subimos a un taxi y al cabo llegamos a un bonito hotel.

Alucinen toda esta rutina para poder estar a solas con mi pareja, quizás soy paranoico, pero entrar a un hotel en mi cuidad es demasiado rochoso (vergonzoso), aunque lo he hecho muchas veces, prefiero evitarlo por el momento.


2 comentarios:

  1. alguna vez tuve un encuentro asi con un ex, es divertido saber q hay gente al alrededor :)

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  2. Cuando estás ocultando tu condición es horroroso sentirte descubierto. Pero cuando eso ocurre, y ves que no pasa nada, respiras hondo e intentas volver a la aventura.

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